Notas Bíblicas

Justicia excesiva

“No seas demasiado justo, ni seas sabio con exceso; ¿por qué habrás de destruirte?”.
—Eclesiastés 7:16 [RVR-60]

El Espíritu Santo jamás inspiraría un texto que nos lleve a mermar la importancia de la obediencia a Su propia Ley. De ahí que este verso, entendido a la luz del resto de la Escritura, no sea una crítica a la santidad verdadera ni una censura a la adquisición de mucha sabiduría celestial. Este es un llamado a evitar seguir el camino formado por los mandamientos de los hombres, el cual conduce al engreimiento.

Hay personas que son excesivamente austeras consigo mismas, pensando que al abstenerse de cosas lícitas y al someter sus conciencias a mayores exigencias de las que Dios hace, y al portarse de forma sumamente rígida y censuradora con los demás, con un celo imprudente, intemperante y nimio, han alcanzado un elevado nivel de justicia. Así, contrario al ejemplo de Cristo, mantienen vacía la mesa de la misericordia, pero muy llena la copa de la altivez. No obstante, la severidad no derivará en santidad, sino en hartazgo.

De ahí que este texto apunte a destruir en nosotros toda actitud fariseaica, la cual hace de su propias invenciones legislativas excesivas y mojigatas una esclavitud ajena a la Ley de la libertad y del exclusivo señorío de Jesucristo.

Por lo tanto, pregúntese: ¿se está comportando usted con pedantería, petulancia y superioridad hacia los demás pecadores? ¿Ha confundido una vida santa con una vida mística, severa, asceta, pietista y ermitaña? ¿Considera, erróneamente, que hay una virtud esencial superior en lo inmaterial que en lo material? ¿Ha caído en la doctrina demoniaca de abstenerse de lo que Dios permite? ¿Es usted un hacedor de pesados yugos?

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