Notas Bíblicas

Edificación mutua

“Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación”.
—Romanos 14:19 [RVR-60]

La debilidad en la fe es una realidad que debe ser reconocida con humildad, soportada con amor, corregida con paciencia y reformada con esmero. Los fuertes en la fe son llamados, no a afanar el proceso de maduración de los hermanos débiles, sino a soportarlo procurando su progreso. Los hermanos débiles en la fe son llamados, no a perpetuar su estado, sino a procurar alcanzar un carácter más perfecto.

Es aquí donde el amor, la sabiduría y la humildad mutua hacen su trabajo. Los fuertes son llamados a sostener a los débiles, y los débiles, a su vez, son llamados a aprender de los fuertes. El niño es sostenido por su padre durante su niñez, y sólo hasta tanto él crezca y pueda valerse de forma más independiente. Pero no es natural ni adecuado que el niño se quede niño, que la semilla se conserve semilla, que la debilidad sea una costumbre de vida. La ayuda amorosa y paciente del hermano fuerte tiene un fin: que el hermano débil pueda, superando su debilidad orgánicamente, ser más semejante al Varón perfecto. Ese es el fin, de hecho, de ambos.

De ahí que el llamado sea mutuo: el fuerte no debe negarle su mano de ayuda, su boca de consejo y su vida de ejemplo al débil, y el débil no debe negarle su corazón receptivo, su oído dispuesto y su mente despierta al fuerte. La edificación debe ser mutua: esa es la regla del amor.

Por lo tanto, pregúntese: ¿es usted un cristiano fuerte en la fe que no anda conforme al amor? ¿Es usted un cristiano débil que se ha acostumbrado a su debilidad? ¿Está usted procurando, en su estado, edificar y ser edificado?

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