Notas Bíblicas

Pruebas santificantes

“Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas”.
—Santiago 1:2 [RVR-60]

No debemos aceptar los consuelos del Señor y rechazar Sus pruebas. Ambas Providencias provienen de Su amoroso corazón, y tienen como fundamento una sabiduría perfecta. Sin la lluvia tanto como el sol, las plantas no podrían realizar efectivamente su proceso fotosintético, y sin las pruebas y los consuelos del Señor nosotros no podemos alcanzar un carácter perfecto. Esta es una simbiosis que tiene como fin el beneficio de nuestras almas.

Nuestra fe no sólo debe aprender a ver la mano del Señor en las circunstancias que solemos llamar ‘benéficas’, sino también en las que usualmente denominamos ‘perjudiciales’. De hecho, si el Señor suele hacer tanto uso de estas últimas para santificarnos, deberíamos evaluar el rótulo que ponemos sobre ellas: pues aunque su apariencia parezca feroz, su contenido es de verdadera utilidad. A Elías Dios le proveyó alimento a través de cuervos, y a nosotros muchas veces nos concede las mejores raciones espirituales a través de lóbregos eventos.

De ahí que podamos confiar en que las pruebas han sido dispuestas por el Señor en forma, tiempo, cantidad y frecuencia sin el más mínimo atisbo de imperfección. No se nos dan menos consuelos de los que requerimos para tener paz ni más pruebas de las que necesitamos para ser purificados. Aquel que ama el peso cabal no nos entregará medidas injustas de lo uno o lo otro.

Por lo tanto, pregúntese: ¿está usted valorando las pruebas que le son asignadas por Aquel que sólo quiere su bien? ¿Habitan en su corazón quejas contra el sabio Dios creador de todo? ¿Es usted un creyente teórico de la soberanía de Dios, pero un incrédulo práctico de Su ejercicio providencial?

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